viernes, 12 de diciembre de 2008

GARDEL: UN CRIOLLO DE LEY

Ciertas personas dicen que dicen y trasladan que “Gardel no sólo se declaró reiteradamente criollo, sino que vivió y cantó como tal. Incluso lo oficializó en sus documentos. Pero hay una deliberada intención por desconocer la raíz telúrica de su personalidad mostrando sólo aquellos rasgos mundanos que son el estereotipo de su fama. Mucho antes de su gloriosa aventura de etiqueta con el tango, “el ancho y tostado rostro del criollismo” se corrobora en un Gardel juvenil, baqueano para las tareas rurales e intérprete de la voz visceral de la tierra. Gardel no es un producto de las orillas; su ascendencia tanguera no está en los burdeles; la genética de su personalidad no proviene del lumpen. Gardel viene del canto campero que se hizo canción urbana, como esas flores silvestres que traídas por el viento germinan y enraizan en la ciudad…. Por eso hago mía esta feliz invocación de Horacio Ferrer:“Dios quiera que a todos los libres, justos y tenaces exploradores de todos los hechos de su vida, jamás se les olvide que Gardel quiso ser y fue criollo” - Ricardo Ostuni

En “TANGO: VIGENCIA Y CREPÜSCULO”, el investigador Juan Carlos Esteban, sitúa a Carlos, como lo que fue, un hijo de la inmigración que buscó su identidad como porteño, en un clásico memento de transición. Gardel fue exponente de una sociedad Argentina en plena formación.

Ahí aparece la síntesis de su origen francés, que puso su sello a la Argentina aluvial y que contribuyó en la formación de la sociedad fundacional.


Dice Esteban: <<>

Por lo tanto el examen acerca del lugar de nacimiento de Gardel tiene sentido si pasa por exaltar en él, a los miles de residentes, que desde su impronta de otras geografías se fundieron y contribuyeron, decisivamente a modelar una personalidad distintiva.


El pensamiento nacionalista, pero más su exageración xenófoba, quisieron hacer de Gardel un producto rural y autóctono desde su origen, sin comprender que esa fiebre exacerbada de patria que envolvió a los jóvenes inmigrantes y a sus hijos argentinos se manifestó, superlativamente en la totalidad de su trayectoria artística.


Gardel fue uno de ellos y su criollismo era el de todos.


La búsqueda de identidad propia de las distintas generaciones que compusieron nuestra sociedad; el poderoso impulso existencial inquiriendo quiénes somos y reclamando para si una identidad propia, estaba férreamente arraigado en nuestra conciencia de “exiliados”. Éramos portadores del “mal metafísico” en nuestro inconsciente colectivo.


Esas vivencias de la búsqueda inicial de nuestro origen, se fue atemperando y hoy ha desaparecido. Esta resuelto.


Pero a principios del siglo XX se acentuaba la condición “criolla” en afán de mantenernos bien diferenciados de la conducta del inmigrante no asimilado.


Gardel mismo tenía a flor de labio su orgullo criollo y tanto fue su esfuerzo raigal, su aferrarse a la tierra de adopción que sus comienzos, curiosamente, están ligados al folklore campero que nunca abandonó del todo.


Nada autoriza, no obstante, a confundir su acendrado espíritu rioplatense, con la circunstancia de su nacimiento. Al contrario, su origen y su condición infantil de desarraigo inicial hicieron de él, como tantos expatriados, un tenaz arquitecto de su nueva identidad.


Y fue un hombre de la ciudad que lo vio crecer. Su criollismo estaba emparentado, en su niñez, con la ciudad-puerto de un inmenso reservorio agropecuario que todavía dictaba la influencia rural, hasta en su música, pero que el tango urbano comenzaba a desalojar.


Sin duda Gardel era, inequívocamente, un producto urbano sin rastros de “sitios rurales”, que comenzó a frecuentar recién, a partir de su primer gira provincial en 1913.


Buenos Aires estaba en plena elaboración de su expresión musical que, al comienzo incluía algunos giros y expresiones indisimuladamente gauchesca – tango criollo – que alternaban con el vocabulario lunfardo que se inventaba apresuradamente el hombre porteño.
Su primer etapa se corresponde con un país rural que comenzaba un lento proceso de industrialización. Gardel expresó esa transición que iba a diferenciar a la ciudad del campo. Es verdad que le cantó al medio rural pero, desde su condición urbana y con un acento inconfundiblemente porteño.>>



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