sábado, 8 de septiembre de 2007

GARDEL – LAS CONJETURAS NO SIRVEN


He repetido infinidad de veces que para analizar hechos históricos, las conjeturas no sirven y no sólo “no sirven” , sino que cuando son terminantemente destruidas y se demuestra su falsedad, quitan TODA CREDIBILIDAD a la o las personas que utilizan ese “medio”, como “confuso” elemento para la divulgación de presuntas verdades que no son tales. Quienes conjeturan, jamás prueban lo que dicen y SIN PRUEBAS NO EXISTE LA REALIDAD y menos aún LA VERDAD.

Un caso “puntual” respecto a lo antes dicho, lo podemos encontrar en afirmaciones oportunamente formuladas por la “imperturbable” conductora de diversas páginas de Internet destinadas a pretender fijar en Uruguay, el origen del máximo cantor argentino nacido en Francia. Estoy hablando de Carlos Gardel.

Y no es casualidad que ello suceda. Lamentablemente los sitios informáticos a los que hago referencia, están plagados de errores no casuales y sostengo lo de “no casuales”, pues cuando un error se repite incansablemente, se convierte lisa y llanamente en una “mentira” o en el mejor de los casos, en un acto fallido fundado en la mala fe. Esto no es la primera vez que lo digo.

Es penoso que quienes tienen el deber de orientar y llevar la verdad a los lectores procedan de esta manera. Reconozco que es posible “errar” en un concepto de menor cuantía, eso nos puede suceder a todos, pero el tema se encauza tan pronto nos rectificamos, ya sea por acción de quienes nos corrigen o bien de las propias correcciones que se generan cuando seguimos un tema y caemos en la cuenta del error inicial.

Sin embargo, esto no es lo usual en personas que hacen caso omiso del decir de quienes contradicen sus erróneas expresiones y que reaccionan – a falta de razones – con insultos.

Escribe textualmente la mencionada ”conductora”, refiriéndose a Carlos Gardel : “Es más curioso aún que despues de ciudadanizarse como uruguayo (país donde no existía el servicio militar) se nacionalizase argentino, cuyas leyes le imponían el cumplimiento del servicio de armas hasta los 33 años de edad. Es evidente que, por alguna influencia no cumplió con la ley argentina o fue eximido como lo fueron tantos y tantos convocados a lo largo de los años merced a los buenos oficios de gestores influyentes”.

Como ayer, como hoy y como siempre, la señora investigadora se permite hacer presurosas conjeturas incorrectas, pretendiendo con ellas avalar sus hipótesis.

Es por ello que me permito recordarle que Gardel, no podía hacer el servicio militar en la Argentina, con una bala incrustada en su pulmón. Queda en claro entonces que ella, una vez más, SUPONE con ligereza, sin respetar la realidad.

Vista la actitud generalizada de los integrantes del “conjunto” que apoya la llamada posición “uruguayista”, pienso que el gran pecado que cometió Gardel en ese entonces fue no llamar a los diarios El País, El Día o El Imparcial para comunicarles publicamente su estado físico, de manera tal que cualquier investigador, setenta u ochenta años después, pudiera estar plenamente enterado del mismo y se evitara el hacer un papelón. ¡Imperdonable don Carlos!

Pero la cosa no termina ahí. Estas consideraciones recorren Internet, llegan a los foros y siempre nos encontramos con personas de buena fe que desean conocer la verdad y entonces preguntan.

Sucedió no hace mucho en una Mesa de Café informática, que dos personas auto identificadas, una con el nombre de Segismundo Martinez y la otra, uruguaya ella, con el nombre de Germán Gutiérrez, preguntaron textualmente la primera: “Sr. Aresi Vd. dice que Gardel no sacó la ciudadanía uruguaya, y la Sra Martina que sí. ¿Dónde está la verdad?” y la segunda dijo : “Gracias Sr Aresi por responder. A pesar de su afirmación...le diré que creo haber leído un artículo en el que se decía que era ciudadano uruguayo y por lo tanto su contestación afirmando lo contrario me ha dejado sorprendido”.

La actitud normal de estos dos lectores nos ubica en la justa problemática de las personas que recurren a Internet para informarse y que se ven sorprendidos por opiniones distintas. Precisamente es por dichos mortales que cuando se pretende informar, se debe actuar con responsabilidad y veracidad, justamente para no llevar confusión e incertidumbre al lector no iniciado. No es válido intentar captar adeptos para un “supuesto”, utilizando argumentos no veraces.

Para redondear, no voy a dejar inconcluso el tema y atenderé muy someramente las referidas consultas que oportunamente me fueron formuladas. Señalaré entonces que:

A una sesión del “CONGRESO INTERNACIONAL QUIÉN ES GARDEL” (Buenos Aires – septiembre del 2003) concurrió el Agregado Cultural a la Embajada Uruguaya, cuyo nombre lamentablemente no recuerdo. Al mismo tiermpo, deseo aclarar que en esa reunión estaba también presente la señora Martina Iñiguez, que es la persona de quien se trata..

Dialogando en el estrado con el Presidente del Congreso, señor Enrique Espina Rawson, el mencionado diplomático aclaró que el documento del 8 de octubre de 1920 no lo convertía a Gardel en ciudadano uruguayo, pues para serlo “debió haberse enrolado”, cosa que no hizo.

A continuación, el señor Espina Rawson le preguntó concretamente al Agregado Cultural, si Gardel hubiera podido votar en Uruguay, a lo que éste respondió que NO ; agregando que tampoco hubiera podido ejercer cargos públicos. Quedó claro entonces que el “conocido certificado”, no convertía a Gardel en ciudadano uruguayo.

Someramente esta es la realidad. Reitero que no deseo entrar en tecnicismos, pues éstos ya han sido debidamente tratados por el investigador e historiador Juan Carlos Esteban, en varios estudios ya publicados, los que serán aún profundizados en su próximo libro.

Y como estas inexactitudes, la señora Iñiguez genera otras muchas. Por ejemplo, respecto de la compra de terrenos por Gardel en Carrasco dice y otros presuntos colegas suyos lo repiten, sin verificar previamente la exactitud de esta “verdad a medias”: “Antes, el 30 de Octubre del mismo año, en la escribanía de Büsch Buero en Montevideo, Gardel adquiere tres lotes que suman 1.800 metros cuadrados, al costo de $8.310 y actúa como TESTIGO de la escritura Armando Defino, QUIEN CON SU FIRMA ACREDITA LA ORIENTALIDAD DEL CANTOR”.

Digo “verdad a medias” porque si bien el hecho existió y Defino firmó el documento solamente lo hizo dando cuenta que las disposiciones leídas por el escribano son las que "otorgan y firman" las partes en un acto meramente protocolar; tanto es así que a Defino se lo considera "vecino", cuando él no residía en la ciudad de Montevideo. Evidentemente todo un acto protocolar y nada más. Incluso en el documento que da lugar a este comentario el escribano interviniente expresa: "... Carlos Gardel que dice ser uruguayo, soltero ....", sin indicar tipo y número del documento con el que comprobó la exactitud de tal aseveración, si es que lo hizo.

A través de éste comentario se puede ver como se manipula la realidad y por insignificante o no que ella sea, el hecho representa una clara demostración que permite decir que en boca del mentiroso todo se hace dudoso y que las personas que así proceden, dejan de ser creíbles.

Por favor, señores “uruguayistas”, ¿Les cuesta tanto decir la verdad?

Para finalizar, deseo reiterar que ni remotamente se puede pensar en un Carlos Gardel distinto al nacido en Francia, que creció en el Abasto y que se nacionalizó argentino por propia determinación, le pese a quien le pese.


José Pedro Aresi

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